Es la magia de la coexistencia de líneas austera y calidez familiar, aislamiento y ventana que da al mundo. La expectativa de la llegada es el misterio. La sorpresa mutua que da lugar a breves encuentros, suspendidos entre lo dicho y lo no dicho. Es la ocasión para reunirse. Se comparten el espacio y el tiempo. Narrando y escuchando. Libres de cualquier experiencia común. Libres de ser lo que se es. Aprendiendo a mirar la vida desde diferentes perspectivas. Aún manteniendo el carácter original y la historia de la estructura, se han transformado una serie de edificios inestables, oscuros y abandonados en una secuencia de zonas luminosas adecuadas para la vida contemporánea. Se ha transformado la intuición en un espacio vivible y la pasión en una arquitectura habitada. La profunda curiosidad por los objetos y las reglas poéticas que los crean, que dan forma a su valor sensorial, de creación de imágenes, lúdico, estético y filosófico, la propensión al diseño nórdico y alemán y a las luces de Davide Groppi, el amor por los libros y la escritura y por la cocina, aquí se han convertido en formas de entender el habitar, múltiples señales de ese complejo y vasto proyecto que es la existencia humana. Todo esto ha contribuido a crear un lugar para quienes entienden las vacaciones como una oportunidad para seguir su propio ritmo. Dos habitaciones grandes. Independientes. Entre la piscina y el olivar. Y la casa. Solo dos habitaciones. Solo cuatro huéspedes. Llegas como huésped y te vas como amigo.